El Concilio Vaticano II expuso ampliamente la función de Santa María en el misterio de Cristo y de la Iglesia y explicó el significado y el contenido de la “mediación” de la Santísima Virgen: “La función maternal de María para con los hombres de ningún modo oscurece ni disminuye la única mediación de Cristo, sino que muestra su eficacia. En efecto, cualquier influjo salvador de la Santísima Virgen en los hombres nace, no de alguna necesidad objetiva, sino del beneplácito divino y deriva de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en la mediación de Él, depende totalmente de ella, y de ella obtiene toda su eficacia, y lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta”. (LG 60)