María de Magdala, la pecadora perdonada por Jesús, se entregó con amor a su servicio. Cuando Cristo fue crucificado, a diferencia de los apóstoles que huyeron, ella estuvo al pie de la Cruz con María, Juan y algunas mujeres. Jesús quiso recompensar esa humilde fidelidad y, en la mañana de Pascua, se le apareció primero a ella, encargándole la misión de anunciar su resurrección a los discípulos.